El profeta Samuel, hijo de Elcaná, habló con el eterno. El Eterno le dijo: Ve a casa de Jesé y unge al hijo que tiene el buen corazón, y le dijo que sabría cual de ellos es. Esto fue el resultado de que Saúl cometiera un pecado, él hizo un sacrificio y no esperó al profeta.
Entonces Samuel fue a casa de Jesé, en Belén y le dijo que debía sacrificar a uno de sus hijos. Jesé trajo a sus siete hijos mayores, y Samuel los examinó. Samuel no sabía cual de ellos era el hijo de buen corazón. Jesé dijo: Tengo otro hijo, David, él es pastor; Jesé fue por David y Samuel comprendió que era él. Así fue la unción de David, pero fue pedido que no se hablara sobre este hecho.
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