DAVID
Nacido en Belén, Israel, 1040 a.C.
Murió en Jerusalén, 970 a.C. Segundo rey de Israel (h. 1002 a. C. 970 a.C.) y protagonista
del Antiguo Testamento. Octavo hijo de Isaí, miembro de la tribu de Yehudá, el
profeta Samuel (Sh’muel) lo ungió en secreto cuando no era más que un muchacho que
cuidaba los rebaños en Belén. En su adolescencia, su habilidad musical y la victoria
que obtuvo sobre el gigante filisteo Goliat le ganaron el favor del rey Saúl,
su predecesor que había conseguido unificar en un solo Estado los antiguos
reinos de Judá e Israel, y con cuya hija Micol contrajo matrimonio.
Saúl acabó en celos de la popularidad de David, por lo que se vio obligado
a escapar y vagar durante años por las montañas de Yehudá. Cuando murió Saúl,
las tribus del sur lo proclamaron rey de Judá en Hebrón (1010 a.C.), pero tuvo
que derrotar a Isbóset, hijo y sucesor de Saúl, en una guerra, para ser
reconocido también como soberano de Israel por las tribus septentrionales (1002
a.C.).
Gracias a una decidida política exterior expansionista, David logró
extender los límites de su reino desde el mar Mediterráneo hasta el río
Éufrates, y desde el Líbano hasta el Mar Rojo, tras someter a los grupos
cercanos y arrebatar la ciudad de Jerusalén. En política interior, desarrolló
una intensa labor unificadora y centralizadora, plasmada en la constitución de
una clase de funcionarios, la creación de un ejército y la elección de
Jerusalén como capital de las tierras y centro religioso de Israel.
Su reinado se vio empañado por las tensiones entre las diferentes tribus
hebreas y por las intrigas por sus numerosas esposas e hijos, como fueron la
sublevación de Absalón, asesinado por Joab después de haberse proclamado rey en
Jerusalén, o la rebelión de Adonías, primogénito del soberano, agraviado por la
decisión paterna de designar como sucesor al trono a su hermanastro Salomón.